Tuesday, April 7, 2009

Algunas Cosas que Aprendí como Esposa de Misionera

Algunas Cosas que Aprendí Como Esposa de Misionero

No puedo hacer nada para Dios en mis propias fuerzas. Isaías 41:10,13

No puedo enseñar, discipular o ayudar a otras personas si no soy llena del Espíritu Santo. No vale la pena enseñar si no estoy haciéndolo con la ayuda del Espíritu Santo. Tengo que pasar tiempo en la Biblia y en la oración si quiero ayudar a mi esposo a hacer grandes cosas para Dios. No puedo lograr nada con éxito sin la ayuda de Dios. Las veces cuando no tengo ganas de leer mi Biblia ni orar, necesito hacerlo aún más.

Tengo que encontrar mi gozo en el Señor, no en mi esposo. Prov. 17:22; Prov. 15:13

Siempre tengo que estar en la Palabra y tener gozo. Tengo que reconocer que con Cristo siempre hay victoria. No puedo desanimarme por cada problema que me viene. Si no tengo gozo en mi propia vida, no puedo mostrar el amor de Cristo a otros ni puedo ministrar a otros.

Tengo que estar agradecida. Proverbios 15:15; Colosenses 3:15; Filipenses 4:6

No siempre debo pensar en lo que no tengo. Debo dar gracias a Dios todos los días por lo que tengo. Siempre hay otros que tienen menos que yo.

Tengo que Practicar Flexibilidad.

Siempre debo estar lista para tener personas en mi casa. Nunca sabemos cuando vendrán visitantes de fuera de la ciudad, o los discípulos de nuestros esposos. Siempre tengo que estar lista para practicar la hospitalidad. A veces tenemos planes y tenemos que cambiarlos porque alguien está en el hospital o hay una emergencia. Debo aceptar todo eso con buena actitud.

Tengo que Controlar mi lengua. Santiago 1:19; Salmo 141:3; Efesios 4:29

Si yo critico a otras personas, eso dañará el ministerio de mi esposo. A veces si me siento frustrada con alguien en la iglesia, no puedo mostrarlo. Nunca debo decir nada que dañará a mi esposo, mi familia, o el ministerio de mi esposo. Nunca debo tener un espíritu de crítica. Siempre debo estoy lista para alabar, consolar, y dar una buena palabra a todos los que están alrededor mío.

Tengo que tener cuidado con mi actitud. Filipenses 4:4: I Pedro 5:7

Mi mala actitud puede destruir mi iglesia o peor aún a mi esposo. Mi esposo debe tener tantos problemas que manejar para tener que aumentarle el problema de mi actitud. Siempre debo estar dispuesto a ayudar y hacer lo que es mejor para mi esposo y su ministerio. No quiero que otros no vengan a la iglesia por mi actitud. Siempre debo tener una sonrisa y una buena palabra por cada persona que venga a la iglesia. En vez de enojarme o preocuparme debo dar todo a Dios.

Tengo que tener mis prioridades correctas. Mateo 6:33

Debo tener cuidado de no estar tan ocupada en el ministerio que no esté cumpliendo con mis responsabilidades en casa. Tengo que recordar mi primera y más importante responsabilidad que es cuidar y ayudar a mi esposo, después cuidar a mis hijos, y después del ministerio. No debemos estar tan involucradas en el ministerio que no tengamos tiempo de hablar el uno con el otro.

No importa cuán ocupadas estemos, necesitamos pasar tiempo con nuestros esposos. Cantares 6:3

Necesito mantener el romance con mi esposo todavía. No debo estar tan involucrada en otras cosas que no hable con mi esposo o tenga romance con él. Debo tener un tiempo a solas con él, cada semana por lo menos por una hora. Necesitamos hablar y saber lo que está pasando en las vidas tanto del uno como del otro.




Tengo que estar dispuesto de compartir el tiempo de mi esposo con otros.

Desde el día que mi esposo empezó en el ministerio, tuve que reconocer que otros requieren de su tiempo y su ayuda. No debo tener una mala actitud si él tiene que viajar, discipular, o estar con familias que tienen problemas. Más bien debo estar orando por él durante esos tiempos. Debo seguir haciendo lo que debo en la casa aunque mi esposo no esté. Debo reconocer que es una bendición que Dios pueda usar a mi esposo para cambiar sus vidas. No debo ser egoísta y buscar que mi esposo haga todo lo que yo quiero. Tengo que pensar en lo que Dios quiere para Él y nuestro ministerio.

Tengo que reconocer que todo lo que hago es un reflejo de mi esposo y nuestro ministerio.

Nunca debo hacer nada para destruir o dañar el ministerio de mi esposo. Reconozco que todos están mirando y saben lo que hacemos. Por eso debo tener más cuidado con mis palabras, actitudes, y lo que hago. Debo pasar tiempo con Dios y criar a mis hijos para servir a Dios. También debo enseñarles que lo que ellos hacen es un reflejo de Dios, de su papá y de nuestro ministerio como familia. Siempre debo pensar en otros. Cuando estés triste o desanimada lo mejor que puedes hacer es realizar algo para otras personas, y eso te animará.

11. Tengo que enseñarles a mis hijos que es bonito estar en el ministerio.

Los hijos de pastores y misioneros han visto todo. Ellos han visto todos los problemas, las tristezas, los funerales, y ellos pueden pensar que es una vida muy triste y con muchos problemas. Mi actitud hacia el ministerio determinará mucho como será la actitud de ellos. Si quejo acerca del tiempo que mi esposo pasa en el ministerio o que no tenemos mucho tiempo juntos, estoy enseñándoles a mis hijos que el ministerio no es bonito. Tengo que enseñarles que no hay nada mejor de tener una parte al ver a Dios cambiar vidas y transformar familias y saber que Dios usa a mi esposo, al papá de mis hijos para hacer todo eso. Es el mejor trabajo en todo el mundo.

Pase lo que pase tengo que recordar por qué estamos en el ministerio.

Cuando haya tiempos difíciles o problemas tengo que recordar por qué estamos en el ministerio. Debemos tener sueños para nuestros esposos y recordar esos sueños cada vez que haya una tentación de retirarnos del ministerio. Lo que mi pastor nos dijo a mi esposo y a mí cuando nos casamos es que el diablo va a luchar contra uds. Más es por ello que estamos en el ministerio. Hemos tenido pruebas pero Dios siempre ha sido fiel con nosotros y siempre ha tenido la victoria. Debemos seguir adelante y saber que quizás no tendremos mucho aquí en la tierra pero un día, valdrá la pena paramos ante Dios y ver todas las personas que nosotros como una familia hemos ganado para Cristo. Siempre vale la pena servir a Dios. No hay ningún trabajo en este mundo que sea mejor.

No comments:

Post a Comment